IV
Desde este hastío
Invoco al ángel de la tormenta
(llamo a todos los ángeles
Pero el mío no tiembla:
Sabe que la noche y la luna son una
Y soy una con ellas).
Convoco a la región alada
Que entre sus pestañas me vigila
Al ángel de las telarañas
Y al de las hojas de sábila
Al ángel (desterrado) de los pensamientos impuros
Que gravita sobre el hemisferio izquierdo de mi cerebro.
Al ángel inmolado de mis deseos
A los ángeles presentes
Y a los olvidados.
La sombra de sus alas me libera
Avasalladora, momentánea
De la presencia absurda de mi conciencia.
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