Lo maravilloso
Salía del trabajo, lunes por la tarde. Iba mandando mensajes por mi celular, o guardando algo en mi bolsa, una de esas cosas que se hacen sin pensar. Y de repente, a treinta metros de mi oficina, me sorprendió la aparición de una cebra. Dos, para ser exacta. En pleno centro de la ciudad, mi pequeña ciudad. Y me quedé allí, observándolas como una niña, mientras la gente seguía pasando sin voltear a verlas dos veces.
Más tarde se lo conté a alguien. Le enseñé las fotos. Le hablé de lo maravilloso, lo insólito, que brilla inesperadamente entre lo cotidiano. Y él me miró y dijo:
- Es sólo el circo. ¿No viste ayer los camellos?
¿Qué se puede contestar a eso?
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