Mil y un nombres para un blog

Pues he aquí que sufro bastante. Tenía la intención de empezar mi propia bitácora. Después me decidí a dar los pasos necesarios: elegir un servidor, un formato... y al momento de bautizar mi blog, me quedé congelada. En un principio decidí nombrarla Sin tiempo para nada, porque en muchas ocasiones así me siento: entre la escuela y el trabajo no tengo tiempo ni de respirar, mucho menos de ir al gimnasio (hoy me siento un poco mejor porque fui a entrenar).

Otra opción era dejarlo en Sin tiempo: algo tiene que me atrae. Como decir timeless, ageless... No hablar ya de la falta de tiempo: somos mortales, no podremos terminar todo lo que deseamos hacer (vivir, saber, leer, pensar, comer, sentir, tocar, ver) en esta vida; sino de la posibilidad de trascender, de perpetuar nuestros pensamientos y emociones para que nos sobrevivan... aunque sea en bits y pixeles...

Pero me asalta la duda de que este título no me refleje. ¿Se supone que el nombre debe ser gracioso y divertido, un gancho para atraer la atención de otros cibernautas con mucho tiempo entre las manos? ¿O debo más bien decantarme por uno más serio y formal, que refleje mis preocupaciones existenciales?

Luego me asaltaron mis obsesiones de costumbre: el sueño, el tiempo (y los relojes), la luna, la noche, las estrellas, los libros, la escritura, las palabras, el azar (la más nueva)... Todas y cada una de ellas son parte de mí. ¿No deberían estar aquí de alguna manera? Aunque supongo que para eso es este blog: para hablar de ellas y por ende, de mí.

Como me gusta escribir, me imaginé qué pasaría si tuviera que elegir un nombre para una columna en algún periódico. Y tener que ser coherente con la idiosincrasia implícita en el título. De por sí batallo para elegir los títulos de mis poemas (acabo siempre con el consabido I, II, III...).

Pues sí, esa lucha interna ha sido la principal razón para no dar a conocer este blog. No todavía.

Necesito ayuda.