Festival de la Huasteca

Estoy en González, Tamaulipas, trabajando en el Festival. Corriendo de arriba a abajo, rodeada de colores, huapangueros, artesanos, polvo, calor. Un calor impresionante (ayer compré un helado y se derritió cuanto iba por la mitad, y eso que me lo comí rápido). Pero está la música, y el taller de pintura, el de danza, la gente. Gente amabilísima y servicial, atenta a los detalles, a las necesidades de los demás. Muchísima gente que transpira bajo el sol mientras camina contenta viendo las artesanías, tomándose un tequila de la Gonzaleña, esperando la noche para que llegue el fresco y sobre todo la huapagueada, el baile, la cerveza, la alegría, más colores. Los duelos espontáneos entre los tríos y los decimeros. Los grupos de danza con sus trajes tradicionales recorriendo las calles como una visión salida de un libro extinto. Todo lo que uno no esperaría encontrar en un pueblo perdido en el sur de Tamaulipas, donde la gente atraviesa la carretera volando para llegar al paraíso que es Tampico (a mi nunca me ha gustado). Así nunca sabrán lo que se pierden.

Yo no lo imaginaba.