Frío
Ayer fue el primer día de frío. Que importa si hoy hizo calor de nuevo, ya no es ese bochorno del verano que me agotaba hace apenas un par de días.
Siempre he preferido el frío. Va con mi condición de londinense frustrada. No tienen que ser extremo, basta con que esté fresco. Pero prefiero cuando el frío se mete despacito por debajo de la ropa, entre la piel y los huesos, y me provoca escalofríos que se quitan frotándome los brazos o con un chocolate caliente.
Así que ayer estaba en mi elemento, a pesar de que el cambio de temperatura me provocó (como siempre) una alergia que me tuvo en cama. Me acosté en el cuarto de mis papás, al fondo de la casa, y cerré las cortinas: no entraba, como en el verano, el inoportuno rayo de sol que usualmente me pega en los ojos cuando trato de dormir ahí. Podía escuchar el viento, y la habitación en penumbras era una invitación. Una cobija ligerita, calcetines, mi pijama. Un temblor subiéndome por los pies y erizándome la piel de las piernas.
Bienvenido el frío. Comienza mi época favorita del año.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario