Día de enero
La mujer de blusa a rayas es menudita y tiene los labios rojos como cerezas. Toda ella es un cliché, desde su cabello teñido de rubio hasta la manera de pararse en la esquina y hablar mientras nadie la escucha. Los clientes del hotelucho entran y salen sin prestarle apenas atención, mientras ella mira primero al suelo y luego al frente con sus ojos extraviados.
Me ajusto el abrigo mientras me acerco, por un lado para protegerme del aíre frío de la tarde de enero y por el otro, inconscientemente, para distanciarme de las mujeres que rondan el lugar. Así la escucho, primero como un murmullo, luego como una suave corriente de aire que pasara por mi lado apenas rozándome:
- ...voy buscando virtudes y cuando las encuentro las vendo... - recita mientras paso por su lado bajando la mirada, mientras ella sonríe estúpidamente a la nada. Nadie la observa. Sólo yo, que aprieto el paso y abro mi bolsa para sacar las llaves del auto y regresar a casa.
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